miércoles, 18 de junio de 2008

La llegada al poder

1912, Saenz Peña
La llegada de Saenz Peña a la presidencia, representó el triunfó de los sectores reformistas, conscientes de la necesidad de ampliar los limites de sistema electoral. De esta manera comienza el proceso de reformas que desembocara en 1912 con la llamada posteriormente "Ley Saenz Peña", que entre otros aspectos garantiza el voto secreto, obligatorio y universal masculino. Por otra parte comienzan a confeccionarse los padrones con mayor limpieza.
Los sectores oficialistas confiaban que de esta manera incorporaban al sistema como minorías a la UCR y al Partido Socialista, desactivándolos como fuerzas desestabilizadoras. Este pensamiento se basaba en la ciega confianza en que un partido conservador organizado en todo el país sería invencible en el terreno electoral. Ni siquiera la victoria electoral de la UCR en Santa Fe (la primera bajo la nueva ley) y en la Capital Federal los hizo caer en la cuenta de las profundas e irreversibles consecuencias que traía aparejada la aplicación de la Ley Saenz Peña.
Primeras experiencias y consecuencias bajo la nueva ley
Esos primeros años de aplicación de la nueva Ley electoral, constituyeron un balance con resultado positivo para la UCR, ya que si bien los conservadores continuaban apelando a todo tipo de artilugios para imponerse en las elecciones, de a poco, la ley electoral se tornaría en una barrera para los intentos fraudulentos, único modo en que los conservadores seguían ganando elecciones.
Entre 1912 y 1916 la UCR se fue fortaleciendo interna y externamente. La habilidad de Yrigoyen fue decisiva a la hora de sortear los obstáculos que el régimen le iba colocando, rechazo de ofrecimientos de cargos en el gabinete, abstención en las elecciones viciadas etc. Sin embargo dos hechos ensombrecían los avances logrados: primero, la incorporación de grupos conservadores que intuyendo la debacle del régimen, intentaban acomodarse favorablemente en el nuevo gobierno y segundo, el carácter cada vez más despiadado que iban tomando las disputas internas, como el caso de Santa Fe, donde se forma una sólida corriente disidente. Pero estas cuestiones cobrarían mayor relevancia años después, cuando el radicalismo llegó al gobierno.
A principios del mes de marzo de 1916 se reúne el Comité Nacional, entre otros asuntos para elegir la dupla que competirá en las elecciones de abril. Existen varias especulaciones, según estas, el candidato natural, Yrigoyen, rechazaría el ofrecimiento, por lo cual ya suenan otros nombres.
"Al otro día el viejo Teatro Onrubia se encontraba desde las 8 de la mañana repleto de público. Los delegados estaban distribuidos frente al proscenio en dos amplios sectores separados por un pasillo. Presidía el escenario un gran busto de Alem envuelto en una bandera argentina. Había nerviosidad y expectativa. (...) A las 10.30 se reanuda la sesión. Uno por uno van siendo llamados los convencionales, que depositan su voto en una urna colocada en el escenario. Un silencio palpitante envuelve la larga ceremonia. El primer voto que se escruta da el nombre de Yrigoyen. Entonces la "la Convención y la concurrencia se ponen de pie y aclaman el nombre de Yrigoyen durante largo tiempo. Dentro y fuera del teatro se canta el Himno Nacional." (...) Ciento cuarenta votos obtiene Yrigoyen, dos el Dr. Melo y uno cada uno Crotto, Alvear y Gallo." En otra elección similar, pero más disputada, es elegido para acompañar a Yrigoyen el Dr. Pelagio Luna, de la provincia de La Rioja
En tanto, el Partido Socialista no podía extender su presencia más allá de algunas ciudades, generalmente muy pobladas por capas medias de la población, donde la disputa con el radicalismo no les era favorable.
En mejor situación no se encontraban los partidarios del régimen, los conservadores no podían unificar sus diferentes vertientes en un gran partido nacional. Lisandro de la Torre intentó encabezar un remozado partido conservador armando desde Santa Fe el Partido Demócrata Progresista, pero no pudo llegar a un acuerdo con los referentes conservadores, en especial con los de Buenos Aires encabezados por Marcelino Ugarte.
Así, en 1916, se realizan las primeras elecciones generales para elegir presidente y vice, bajo la ley que regulando la actividad electoral, permitió realizarlas por primera vez respetando la voluntad popular. De esa manera, la que siempre había propiciado la UCR, por la que habían peleado Alem, Yrigoyen y tantos otros, entre los que se encuentran aquellos que habían caído en los sucesivos levantamientos radicales contra el fraude, se elegía al primer presidente democrático en la historia argentina.
El 2 de Abril de 1916 se realizan las elecciones, la UCR obtiene los delegados por la Capital Federal, Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Tucumán y Mendoza sumando aproximadamente 370.000 votos. Los conservadores logran electores en Buenos Aires, La Rioja, Santiago del Estero y San Juan, en tanto los seguidores de Lisandro de la Torre se imponen en Corrientes, Salta, Catamarca y San Luis.
El radicalismo obtiene 152 delegados, uno más de lo necesario. Como la elección del presidente y del vice se realiza indirectamente a través del Colegio Electoral y la diferencia a favor de la UCR es exigua, los conservadores apelan a toda su sabiduría en trenzas para cambiar el voto de algún delegado.
Se dedican especialmente a los de la UCR de Santa Fe (disidentes de la conducción nacional), a quiénes se le ofrece encabezar una candidatura alternativa. Ante la presión de allegados a Yrigoyen para que actúe convenciendo a los disidentes, este contesta, como cuenta Felix Luna en el libro que dedica a la vida de Yrigoyen, "Que se pierdan mil gobiernos, antes que vulnerar la conducta de inflexible austeridad que ha sido la norma orientadora de la trayectoria radical..."
Finalmente, los disidentes santafecinos se encolumnan tras la formula radical y el 20 de Julio de 1916 se elige el nuevo presidente. 134 electores se reparten entre Angel Rojas, Lisandro de la Torre y Juan B. Justo. Hipólito Yrigoyen obtiene 152. El radicalismo era gobierno por primera vez en su historia. La causa se impuso sobre el régimen.

LA UCR EN EL GOBIERNO
"Un presidente del antiguo régimen, Carlos Pellegrini, gustaba decir:
"En nuestro país no se gobierna, se manda". Yrigoyen intenta gobernar por primera vez, aunque sea con muchas imperfecciones. La oligarquía por interés y los militares por reflejo profesional no le perdonarán esa actitud."
Alain Rouquie
Una vez ganadas las elecciones, el rol de la UCR no podía seguir siendo el mismo. La llegada al gobierno había significado el triunfo de la causa por la reparación nacional, el respeto a la constitución y a la libertad del sufragio. Estos objetivos, amplísimos, habían unido un heterogéneo grupo de seguidores, pero también relegaron a un segundo lugar las posiciones que el radicalismo debería adoptar frente a la realidad económica, social, a la política exterior etc.
"Así, el radicalismo aparecía ante el electorado como una gran incógnita, y el voto que lo llevó al triunfo en 1916 fue, más que todo, una expresión de confianza del país en una fuerza que aparecía como algo limpio, nuevo y renovador, con un hombre a su cabeza que había hecho una profesión de vida del desinterés personal y el principismo político." (Revista Todo es Historia no 289 pp 15)
En efecto, el radicalismo seguía manteniendo ese carácter movimentista que lo había signado desde sus orígenes y esta supuesta indefinición representaba un hecho natural para el grado de desarrollo del sistema político en general y del radicalismo en particular. A partir de su acceso al gobierno el radicalismo comienza a definirse, y ésta definición si bien tiene fundamentos teóricos (sobre los que volveremos pronto) se da fundamentalmente en la practica política cotidiana. Día a día hay que tomar decisiones, estas siempre encuentran quiénes se benefician y quiénes se perjudican, por lo que ese heterogéneo conglomerado que llegó al gobierno, pronto irá tomando formas cada vez más definidas.
El radicalismo como tradición partidaria se terminará de conformar a mediados de la década del 30, pero la impronta yrigoyenista será decisiva a la hora de comprender el pensamiento y la acción radical.
Muchos autores actuales (Por ejemplo David Rock) critican esta indefinición por parte del radicalismo, basándose anacrónicamente en lo que se requiere actualmente a un partido político, sin tener en cuenta el contexto histórico en el que se desenvolvieron los hechos.
La continuidad de las bases económicas que sustentaban al régimen es otra de las impugnaciones recibidas, basándose en concepciones economicistas que tienden a oscurecer cualquier otro motor del cambio, se habla de la falta de una reforma agraria, de cambios en la estructura económica agro-ganadera etc. como únicos índices validos de cambio. El error consiste en tratar de insertar el caso argentino en categorías de análisis, validas sin duda, pero que no tienen en cuando el desarrollo especifico de la región en todos sus aspectos, social, político, económico, cultural etc.
Félix Luna describe esta situación con lucidez: "No fue, por cierto, un gobierno revolucionario. No modificó el régimen de tenencia de la tierra, ni atacó las bases económicas de la oligarquía, ni produjo cambios en la estructura económica o en la relación con los países centrales. Pero es obvio que ni el radicalismo estaba animado por una concepción revolucionaria ni el país necesitaba en ese momento un cambio total en el esquema que venía funcionando pasablemente bien desde 1880. (...) En cambio la presencia radical en el poder aparejó una mayor democratización de la sociedad argentina. Hijos de inmigrantes participaban en los cuerpos representativos o desempeñaban cargos importantes en la administración pública, acentuando el igualitarismo en la vida nacional. Una intensa vida política se desarrollaba a lo largo del país (...) Crecía la sensación de que existía en las alturas del poder una mayor preocupación por la suerte de la gente común. En algunas provincias de características especialmente feudales, el radicalismo operó en un sentido de apoyo decidido por los humildes, desatando la ira de las clases poseedoras..." (Revista Todo es Historia no 289 pp 16)
Y es este cambio cultural, el acceso de nuevos sectores a la educación, a la administración pública, en definitiva a la vida política, la que no perdonan los conservadores desplazados del gobierno. Así lo describe Alain Rouquie (pp138) "Horrorizado los conservadores denunciaron la intrusión de la plebe, de los "bárbaros", en la vida política argentina."
Esta nueva forma de gobernar se observa en las relaciones internacionales del gobierno radical, en la reforma universitaria, en los intentos de nacionalización del petróleo, en el papel de arbitro del estado, que deja de ser el instrumento de la clase poseedora para intentar mediar en base a las relaciones de fuerza existentes. Causa estupor en las familias patricias que Yrigoyen laude a favor de los obreros o aun peor, que los reciba en la casa de gobierno, como en 1917 durante el conflicto ferroviar

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